Para vos, Eduardo …

 

Hoy mi hermano acaba de despedir a sus dos amigos de la infancia, con quienes compartió sus travesuras, sus penitencias, sus alegrías y castigos. Sabe que no los volverá a ver porque el paso del tiempo se ha encargado de alejarlos.

La familia García era una de las tantas familias oriunda de aquel pequeño pueblo sanjuanino llamado “Colonia Gutiérrez”, cuyo nombre se debía al hombre que en tiempos remotos había sido dueño de todas las tierras de la región y que al morir, sus hijos las vendieron a “los gringos” como les decían a los españoles.  Así los Rodríguez, los Sánchez, los Vázquez y los García eran los apellidos más tradicionales del lugar.

Marcos y Ku kian Yu eran los únicos sobrevivientes de la expedición Argos, que se había iniciado a fines de octubre.      

La expedición consistía en realizar investigaciones en la Cordillera de Los Andes.  Ellos habían partido desde la ciudad de San Juan. Eran cinco estudiantes del último año de ingeniería al mando del Licenciado Kamperi.

Han pasado muchos años de mi partida. Se agolpan los recuerdos en mi mente y una tras otra, cobran nitidez, las imágenes de mi niñez. Quince años no son nada para una existencia humana pero al mismo tiempo son innumerables para la distancia. Entre esas vivencias surge la figura  de un apuesto hombre frente al bastidor sostenido por el atril y la magia de colores  que esparce el pincel deslizando el óleo en el lienzo blanco, dejando plasmadas las ideas y la creatividad del artista. ¡Cuánta admiración! ¡Cuánta genialidad!