Muchos años han transcurrido desde aquel 16 de mayo de 1983, cuando di mi primera clase en esta escuela. Muchos alumnos han pasado por mis aulas, y muchos son los momentos compartidos con todos los que pertenecemos al KRAUSE.
Durante el periodo escolar pasé más tiempo en la escuela que en mi hogar y es por eso que la convivencia del día a día se presentó con alegrías y tristezas, con dificultades, enojos y logros obtenidos. Así pasaron los años sin darme cuenta, hasta que de pronto, apareció un ex alumno convertido en adulto, profesional y padre de familia y me dijo: “¿No se acuerda de mí?, usted fue profesora mía” y comencé a buscar en mi memoria los cientos y miles de nombres y rostros que pueblan mis recuerdos de docente y respondí: “Sí, como no me voy a acordar.” A veces mi memoria es traicionera y no me permite recordar todos los nombres y los rostros, pero lo que sí permanece intacto es el recuerdo de esa persona que se llama ALUMNO y que perdurará siempre porque fue el motivo y la razón de que yo sea profesora.
Con el paso del tiempo, seguramente veré al Krause desde otra perspectiva, quizás como el Aleph de Borges, ese lugar donde se concentró gran parte de mi vida, un laberinto en el que se mueven los más diversos y multifacéticos personajes y será entonces cuando pueda evaluar lo enseñado y lo aprendido y sentiré enormemente las ausencias.
Sé que es el momento de aprender a liberarme y de disfrutar de la existencia sin compromisos de horarios, sin culpas por no haber alcanzado a corregir todas las pruebas, sin las preocupaciones escolares de todos los días. Ha llegado el momento de aplicar la resiliencia para sobreponerme de las experiencias negativas y fortalecerme con las positivas para encontrar otros rumbos.
Es tiempo de nuevos discursos, de nuevos lenguajes y de nuevos desafíos. Es tiempo de deshacer y rehacer moldes como decía Umberto Eco. Es tiempo de la liberación de mi mente, según Krishnamurti. Es tiempo de poner en práctica la sabiduría que he adquirido, basada en la responsabilidad y la Ética y dejando la mente siempre abierta al poder de nuevas posibilidades y nuevas maneras de saltar las barreras entre “el ahora” y “el después”. Sabiduría para enfrentar los cambios.
Dejo en la escuela la huella de mis enseñanzas como profesora y el haberme brindado con compromiso y pasión por lo que hice.
A partir de ahora paso a formar parte de la historia de la Escuela Técnica N° 1 OTTO KRAUSE, por eso les digo GRACIAS por todos los momentos compartidos.
Profesora Yolanda Funes