Ciudad de Buenos Aires, diciembre...

 

           Queridos Alumnos:

                              

           Hace media hora que estoy frente a la computadora intentando escribir esta carta (¡qué difícil es expresar todos los sentimientos y pensamientos juntos! Y yo que les pedía que crearan y escribieran algo hermoso e interesante en poco tiempo). ¿Cómo expresar mi mensaje sin caer en las frases repetidas de todos los años?  A pesar del escaso funcionamiento de mi única neurona a estas  altas horas de la noche, trataré de darle forma a lo que quiero decirles.

           Haber compartido cinco años de nuestras vidas es mucho y poco tiempo. Hubo alegrías y tristezas, enojos y logros, pero en realidad creo que poco conocimiento de ambas partes, o por lo menos nos conocemos solamente en el aspecto profesora – alumnos.

           Hace muchos años, como ustedes ahora, fui una adolescente que creía que la juventud era eterna, que nunca fracasaría en la vida, que todo dependía de mí, que los adultos eran unos viejos fuera de onda, que el amor era eterno, y que me llevaría el mundo por delante. Todo fue solo una utopía porque aprendí que la juventud es efímera, que en  la vida hay aciertos y fracasos, que las cosas se logran si hay solidaridad, que la adultez es tan complicada como la adolescencia, que el amor es hermoso no importe cuanto dure y que al mundo hay que pelearle cara a cara cada mañana al levantarse. Creo que de eso se trata, de vivir plenamente cada instante con responsabilidad, con lucha, con alegría, con fe.

          Vivimos en una sociedad llena de máscaras: de la pobreza, de la riqueza, de la ignorancia, de la violencia, del conformismo, del trabajo, de la corrupción y de la honestidad, ustedes deberán elegir cual usar, lo importante es que esa máscara sea obra propia, elaborada por ustedes y que sean fieles a sus propias máscaras  y que no permitan que otros  se las impongan. No hagan  esas máscaras tan rígidas ni impermeables que les sofoque el rostro porque tarde o temprano tendrán que dar la cara.

          A partir de ahora cada decisión que tomen será un riesgo, ya no estarán sus padres para elegir por ustedes, pero cuando esa elección  sea la correcta siéntanse orgullosos de haber logrado las metas que se propusieron.

         Los primeros pasos que darán  como egresados no siempre los llevarán a donde quieren ir, pero si no los dan, jamás le seguirán otros y se quedarán siempre donde están, mirando el futuro y preguntándose cómo hubiera sido si  hubiesen hecho tal o cual cosa.

         Una de las mayores lecciones de la vida es la que enseña a avanzar paso a paso para alcanzar los objetivos propuestos. Las rutas de la vida no siempre se ven con claridad, muchas veces resultan confusas y muchas veces querrán que las respuestas sean rápidas pero traten de tener paciencia, hay respuestas que tardan toda la vida en revelarse. Tómense su tiempo para aprender de los errores.

         La esperanza no es cerrar los ojos a las dificultades, a los riesgos o a los fracasos, es confiar que aún si fallan ahora, no fracasarán eternamente. Es confiar que la vida es buena y hermosa; que el amor es poderoso y que el futuro está lleno de promesas.

 

                                          Les deseo de todo corazón que cada uno de ustedes encuentre su camino.

 

                                                                          Con cariño 

 

                                                                                                  Yolanda Funes