Hoy el rojo lo invade todo, una explosión púrpura en mi mirada. Veo todo sanguinolento. ¿Qué es lo que no quiero ver?
¿Los cambios que se avecinan en un mundo contradictorio? ¿Una sociedad incandescente en esta realidad de la Argentina, con una clase social que sangra por doquier, con políticos candentes enfrentados y candidatos sin ninguna preparación?
¿El predominio de una cultura sin cultura que cada vez tiene más adeptos y una elite que se resiste al deterioro de los valores trascendentales del ser humano?
No me asustan nuevos paradigmas y soy flexible a los cambios, pero cuando da lo mismo todo y los modelos a seguir son personas profesionales corruptas o gente que no terminó el secundario y habla monosilábicamente y no le interesa estudiar ni prepararse; cuando la involución echa por tierra los grandes pensadores de la Historia de la Humanidad, mi mirada se vuelve carmesí y no quiero ver.
Pero no se puede vivir eludiendo la realidad y cuando el rúbeo derrame de mis ojos se disipa, hay un ígneo optimismo y me convenzo que es necesaria la destrucción creativa para volver a empezar