La casa fue reformada y luego será vendida. Todo lo vivido ya no existe, se ha esfumado como su existencia. Los sentidos se agudizan y movilizan mis recuerdos y avivan la nostalgia.

El olor a dulce de membrillo, el de las semitas con chicharrones, el de las humitas, las empanadas calientes. El olor a lana y la “Tíolga” tejiendo y tomando mate. El viento Zonda golpeando las ventanas y cubriendo de hojas la vereda.

La ocuparán personas que traerán consigo sus vidas, sus sueños, sus penas y alegrías, sus angustias e inquietudes. La casa se adaptará a sus nuevos habitantes y retendrá sus olores y sus vivencias.

Es triste, pero esta casa es ahora desconocida; yo soy una extraña para ella y aquí, ya no hay sitio para mí.