¡Oh, Alfonsina!,
tus versos me persiguen,
me impregnan, me dominan;
extasían mis sentidos,
sensibilizan mi espíritu
y rigen toda mi vida.
Yo, Alfonsina, como vos,
soy la loba de tus versos
que lucha por su cachorro;
soy quien frente al mar
te recuerda y te busca entre las olas
esperando que el eco de tu voz
aturda mis oídos.
¿Encontraste las madréporas
que fuiste a buscar?
Duerme Alfonsina en el fondo del mar…
Aquí, aún hay alguien que recita tus versos.
Alguien que sabe de tus caricias perdidas,
de tu rebeldía y de tu valentía.
Alguien que humildemente
te rinde su homenaje
en esta noche de insomnio y melancolía.