Entre estas cuatro paredes
de este cuarto de hotel
mis pensamientos se debaten
confundiéndose con el griterío de la calle.
Las luces de Callao invaden mi habitación;
es domingo, la multitud se acrecienta;
va en búsqueda de distracción.
Yo, sola, malhumorada y sin dinero,
esperándote.
No sé cuánto tiempo ha pasado.
Al escuchar unos pasos
mis oídos se alertan
tratando de detectar los tuyos;
suben lentamente las escaleras
y desaparecen.
Con ansias deseo tu llegada;
una inquietud inmensa me invade
y mi angustia devanea.
Sé que pronto regresarás
y mis tristezas desaparecerán
entre tus besos y caricias
y nuevamente la alegría
inundará mi alma.