No tengo tiempo para desperdiciarlo
en cosas sin sentido,
en maliciosos rumores
y estúpidos rencores.
No tengo tiempo para desperdiciarlo
en tóxicas personas,
en absurdas discusiones
y en recuerdos sin ilusiones.
No tengo tiempo para desperdiciarlo
en falsos discursos,
y en insípidas palabras
de políticos de turno.
No tengo tiempo para desperdiciarlo
en aburridas reuniones
con encuentros forzados
e hipócritamente abrazados.
No tengo tiempo para desperdiciarlo
en egoísmos soberbios
en promesas no cumplidas
y en venganzas tan temidas.
No tengo tiempo para desperdiciarlo
en enseñanzas fallidas
en aprendizajes obligados
y en pensamientos tan cerrados.
No tengo tiempo para desperdiciarlo
en aquello que me desagrada,
en hacer cosas que no quiero
y en todo lo que hiera mi alma.