Amiga y maestra,

siempre a mi lado

en momentos difíciles y

en mis alegrías.

Me diste la palabra precisa

esa, que hacía seguir adelante.

 

“Piñoncito fijo”- decías -

no siempre estaré para cuidarte.

Con tu sabiduría y aplomo

protegiste mi integridad en los años de dictadura

y marcaste mis pasos por este mundo.

Fuiste mi MADRINA

en la docencia y en la vida.

 

¡Oh dulce maestra!

¡Oh incomparable amiga!

Que la celestial enseñanza de la vida

alcance tu eternidad.