Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, es una de las glorias indiscutibles de la poesía cubana de todos los tiempos, nació en Victoria de las Tunas en 1829. Fue educado por su abuelo materno, José Rafael Fajardo, que le enseñó literatura clásica, además de la poesía de autores como Zequeira y Rubalcaba y aprendió nociones de retórica y poética junto a su hermano Manuel.

Se dio a conocer como El Cucalambé que, según el ensayista y poeta Carlos Tamayo Rodríguez, significa cierto baile de negros, seudónimo festivo enraizado en los valores autóctonos del folclor latino africano.

Periodista, editor, dramaturgo y pagador de obras públicas, fueron algunos de los oficios desempeñados por el poeta. Representante del siboneyísmo y el criollismo literario. No solo escribió décimas, sino también sonetos, letrillas, epigramas y romances.

Desapareció misteriosamente de Santiago de Cuba en 1861, a los 32 años.

 Estas son algunas de sus poesías:

MI HOGAR

A la orilla de un palmar
Que baña el fértil Cornito
A la sombra de un caimito
Tengo mi rústico hogar.
Esbelto como un pilar
Domina montes y llanos,
El viento arrulla los guanos
De su bien hecha cobija,
Y esta habitación es hija
Del ingenio y de mis manos
Este es mi hogar, y aunque en él
No hay relucientes tesoros,
De plumas de tocororos
Tengo en la puerta un dosel;
No luce aquí el oropel,
No brillan aquí diamantes,
Pero hay en sus habitantes
Hijos de raza cubana,
Paz, contento, fe cristiana
Y amor a los semejantes.

 

LA PRIMAVERA

Ya vino la primavera
Sobre nuestros campos bellos
Y el sol fulgurante en ellos
Fuertemente reverbera.
En la selva y la pradera,
Cantan ya los ruiseñores,
Los zorzales trinadores
Alzan alegres el vuelo,
Y ya se entapiza el suelo
De hierbas, plantas y flores.

Susurran los platanales
Al pausado son del viento,
Y con blando movimiento
Se oyen murmurar los mares.
Ostentan ya los palmares
Verde pompa de esmeralda,
Y del cerro allá en la falda,
Para mayor hermosura,
El limpio arroyo murmura
Y el sol las peñas escalda.

Nubes de varios colores
De tarde en el firmamento,
Vagan a merced del viento
Formando dulces rumores.
Los humildes labradores
Siembran las tierras que abonan
Sus cosechas amontonan,
Gozan de dúlcidas calmas,
Y a las sombras de las palmas
Alegres trovas se entonan.

Las guajiritas hermosas
Tan sencillas como ufanas,
Corren por estas sabanas
Detrás de las mariposas.
De las flores más hermosas
Contemplan los ramos bellos,
Y mientras juegan con ellos
Y hacen preciosas guirnaldas,
En sus trigueñas espaldas
Lucen sus negros cabellos.

Ya sonríen nuestros prados,
Florece el guao en las costas
Y en las veredas angostas
Rebraman ya los ganados.
Ya los montes escarpados
Verdes y bellos se ven,
El Cauto undoso también
Un grato murmullo forma,
Y mi Cuba se transforma
En un delicioso edén.

 

AMOR A CUBA

Hijo soy de las montañas
de mi idolatrada Cuba,
entre “El Dagame” y “La Juba”
he comido dulces cañas.
Yo he corrido en las marañas
de las sierras de Bayamo,
he navegado en el Guamo
sobre una tosca chalana,
y es también una cubana
la belleza que bien amo.
Yo contemplo esas colinas,
esas escarpadas sierras,
y esas deliciosas tierras
con sus flores peregrinas.
Veo las selvas vecinas
donde canta el tocororo,
oigo del zorzal canoro
el dulce y alegre acento,
Y repito en mi contento:
¡Cuba mía, yo te adoro!