En una esquina de Palermo, con sus grandes salones, me refugia en los días fríos de invierno. Testigo de muchos encuentros y festejos con la familia, de charlas compartidas con amigas y amigos  e inspirador de mi creatividad literaria.

Soy habitué de este lugar desde hace muchos años porque me siento como en mi casa, donde los mozos Víctor y Luis me ven y me dicen ¿"lo de siempre"?